Cada cual tiene sus rituales. Llegados los días del Pilar, el ineludible rito de Daniel consiste en ir a las Ferias. Las atracciones le dan igual. A él le gusta la tómbola (y en concreto la tómbola Antojitos, donde ya es un conocido muy estimado, como podéis comprobar por el vídeo), la barraca de carreras de camellos y un poco también el bingo. Vamos, donde hay bullanga.

Una sonrisa de oreja a oreja casi permanente le acompaña estos días, porque han regresado las Ferias, y como bien dice su madre, (a la que veis ejerciendo labores de intérprete entre su hijo y Juan Manuel de la Tómbola Antojitos, mientras Jorge graba), llevaba dos años esperando. Aunque también es cierto que prácticamente todos los días tiene su ración de Ferias grabadas, porque si no, se mascaría el drama. Sobre todo a la hora de comer: toda una ceremonia feriada.

Él no es consciente, y sí lo es le da igual, de que no puede estar todo el tiempo subido en la cresta de la noria. Su alegría y emoción son tan grandes y tan incontroladas que a los demás nos pone los pelos de punta. Calmarlo luego es un trabajo hérculeo. Así que hay que dosificarle estas aficiones, en pro de su salud, aunque él proteste denodadamente.

Y si vais a preguntarme aquello de que pero ¿este es el mismo Daniel que se pirra por Mozart, Bach, entre otros ilustres representantes de lo que viene siendo música (y no ruido), o también por el rigtime y la copla, o ya en tiempos más actuales por gentes como Deep Purpple…, pues os diré que sí, el mismo Daniel y con la misma insistencia suele solicitar sus vídeos de las ferias que la música de Brahms. Así es la vida.