Cuento. Últimamente Daniel insiste, cuando pasamos la tarde juntos, en escuchar/ ver un cuento. He de aclarar, (porque esto no es fácil de deducir si no estáis familiarizados con las limitaciones comunicativas que supone una espasticidad muscular que afecta a la laringe) que, cuando Daniel dice cuento, en realidad se refiere a cualquier forma o género en el que vayamos a encontrarnos un relato, en el que podamos seguir una historia. Esto nos da un amplio abanico de posibilidades: audiocuento, animaciones, películas, títeres, teatro, incluso biografías de sus músicos preferidos o doctas explicaciones sobre el universo, los planetas, la formación de la Tierra, el medio ambiente, o la vida en la antigua Roma… La curiosidad insaciable y bastante polivalente de Daniel me conforta muchísmo; no sólo porque revela la riqueza de su vida interior (aunque no pueda trasladarla exteriormente), sino porque en eso también conectamos de una manera total.

Así que en esta época estamos en fase de primero vamos a escuchar/ ver una estupenda historia y luego ya, si da tiempo, pues escuchamos un ratito a Bach. Sí, amigos, hemos abandonado un poco al pobre Brahms y también a super Morzart, y nos derretimos ahora con los conciertos de Brandeburgo, las fugas o incluso las variaciones Goldberg.
Sin embargo, no vayáis a pensar que todo es alta cultura en Daniel. Porque de repente, en medio de un allegro, te suelta: “ferias” o “baloncesto”, y entonces vuelves a darte cuenta de que en su vida y en su mente, como en la de todos, todo cabe en un sutil engranaje.