Esto de los castillos medievales y la época medieval en general tiene fascinado a Daniel; sobre todo los castillos. Muchas tardes buscamos algunos videos y vamos viendo qué partes tiene el castillo, cómo son las murallas, el foso, el puente levadizo, las torres, las almenas…; especialmente las reconstrucciones en 3D le impresionan muchísimo. También hemos visto vídeos sobre caballeros y la caballería, las cruzadas…. Así que ayer, como le había tocado ser el rey de Loarre, buscamos vídeos de este castillo y nos vimos un buen puñado: Daniel estaba encantado de pasar revista a sus posesiones una y otra vez: el camino de subida, las escaleras de entrada, la torre vigía, la muralla, el patio, la vista hermosísima a los pies del castillo… Ibamos contando cosas sobre cómo sería vivir en ese fantástico castillo en el medievo y también vimos algunos trozos de películas que se habían rodado allí: un castillo tan especial ha de salir en las películas, claro. El momento culminante fue cuando llegó su padre a casa y evidentemente Daniel tuvo que enseñarle «su castillo»: qué nervios, qué risas, qué saltos… Su padre diciéndole que a qué esperaban pues para irse a vivir allí, con semejante posesión, y Daniel partiéndose de risa, y asegurándole a su padre que además también tenía tierras… claro.
Mientras todo esto pasaba a lo largo de la tarde, Daniel me había llevado varias veces a la cocina para comprobar cómo su madre preparaba una supertortilla de patata que le había prometido para cenar. Estamos en una época en la que la tortilla de patata se ha convertido en la cena preferida por el chiquillo. En realidad es el bocadillo de tortilla de patata y pan con tomate (a veces acompañados de algún otro elemento como queso o jamón de york). Por casualidad hicimos la prueba un día y desde entonces poco a poco esto del bocadillo va ganando puntos a la hora de cenar. Se trata de un bocadillo a la última, deconstruído claro, pasado todo por la batidora, y está buenísimo desde luego. Y como siempre no hay como el interés por algo para espabilar: Daniel dice ya tortilla con toda claridad. Cuando ayer su madre se la ofreció, el chaval le lanzó unos besos maravillosos. Y yo le prengunté si eran esos besos de felicitación porque era el cumpleaños de mamá (que lo era). Y él dijo: tortilla.
Bueno, te había dejado un comentario, espero que no salga repetido.Que decía que la tortilla ésa deconstruida de Daniel me resulta mucho más apetitosa y estupenda que la del Ferrán Adriá (que dicho sea de paso tenía que estar cojonuda y ya me gustaría a mí haberla probado).Y que viva la tortilla de patata y el castillo de Loarre. Una excursión allá con un buen pertrecho de tortilla tendría que ser la monda…
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El problema de la excursión a Loarre sería la accesibilidad: jope, con la de escaleretas, rampas, sotanillos… una silla-mazinger haría falta… todo se andará…
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