Démoslo todo

Me contaban el pasado jueves los padres de Daniel que el miércoles por la tarde andaba bastante acabado y que durmió como un tronquete toda la noche. Le dije a mi hermano que recordara, que cuando se está muchos días de fiestas, allá por el ecuador hay que hacer un descanso, inevitablemente. Eso es así, me aceptó. Mi sobrino es de natural festero y fiestero y de vocación «allá que voy, démoslo todo», y desde que empezaron las Fiestas del Pilar, con múltiples estímulos que llegan desde todos los frentes, y actividades diarias en Los Pueyos dedicadas a la celebración, su nivel de adrenalina está como para pilotar cohetes. Os comparto, como prueba, el enlace al vídeo que Los Pueyos ha subido a las redes sociales, resumen de la semana festera:

El tiempo de recuperación surtió efecto. El jueves Daniel estaba ya en plena disposición a seguir celebrando los pilares. Le pregunté si la mañana en el «cole» (el centro diurno sigue siendo el cole para él) había estado animada, y me colocó un sí rotundo y sonriente, que quería incitar a mantener el tono. Como últimamente a mi sobrino le cuesta un poco más controlar el tobogán emocional, y si nos situamos muy arriba luego aumenta su dificultad para dormir, intenté reconducir la situación a base de ver un partido grabado de baloncesto del Casademont. El basket le produce unos niveles intermedios de entusiasmo o, incluso, si el partido está pelo aburrido, le relaja. Pero, ay, en esta ocasión speaker y animadores musicales estaban dispuestos a montar jarana cada dos por tres. Y, por supuesto, Daniel lo estaba a aprovechar las ocasiones para reclamar fiesta y cabezudos. En fin … Nos pusimos a cantar. Primero jotas, esquivando algunas que le producen de manera automática mucha melancolía, como «En el alto Pirineo soñé…». Daniel se sabe algunas jotas tradicionales, y como sus dificultades para emitir y modular la voz no le permiten ir a ritmo, canta siempre las terminaciones; por ejemplo, en «el Ebro guarda silencio al pasar por el Pilar…», Daniel canta «iiaaa» con rotunda voz. Y así nos marcamos unas cuantas, hasta que, ay otra vez, llegamos al universo cabezudos.

Yo no me sé los nombres de todos ellos. Pero, Daniel sí que los conoce: Morico, Berrugón, Forano, Pilara, Robaculeros … Y lo que yo no sabía es que también conocía las canciones que los identifican. Buscamos las letras (yo tampoco me las sé). Inma nos iba indicando la música de cada una, y nos las cantamos todas.

El viernes por la mañana, Inma me hizo saber que a las seis de la mañana mi sobrino se había despertado con una jota en la garganta, y que su cuidador, Alejandro, alucinaba, partido de risa, con él porque durante el desayuno siguió cantando jotas entre cucharada y cucharada. «Pal Pilar sale el mejor…» (no he podido evitarlo -:)

Daniel durante las fiestas del Pilar

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