Poca inclusión, poca accesibilidad

El recorte superior corresponde a la denuncia realizada en prensa (Heraldo de Aragón, 24 de julio de 2024) por las familias de los alumnos de Huesca con necesidades educativas especiales. Es un problema, el de la insuficiencia de dotación de plazas de auxiliares de Educación Especial, que, no sólo en Huesca, se viene repitiendo curso tras curso, en mayor o menor medida. La Educación Especial es la eterna cenicienta del sistema educativo, y muy posiblemente, si no nos empeñamos con tenacidad en evitarlo, las deficiencias no sólo no se subsanen, sino que pueden ir a más: vivimos un momento en que toda la educación parece orientarse a emitir en un futuro trabajadores aptos para las competencias que exigen las grandes empresas. Puro y salvaje capacitismo.

No hace falta explicar más sobre la labor imprescindible que realizan los/las auxiliares de Educación Especial, porque creo que los padres lo cuentan muy bien en el texto de la noticia. Aprovecho, en todo caso, para recordar que también suele haber problemas serios con la dotación de las plazas de enfermería. Año tras año.

El recorte inferior apareció también en Heraldo de Aragón el pasado lunes, día 22 de julio, en Cartas al Director. No hace falta explicar tampoco mucho más en este caso. Me alegra saber que todos los vecinos de la comunidad aludida tienen garantizada su buena salud física y mental y la integridad de todas sus funcionalidades motrices por siempre.

En mi caso, como no creo que vaya a ser así (el tiempo y el cuerpo son tercos, y el azar imprevisible), preferiría la existencia de una normativa y de una especie de ley consuetudinaria (ojalá, sería genial ese sentido común no impuesto a golpe de boletín) por la que todos estuviéramos de acuerdo en que construir y diseñar aplicando formas accesibles para la mayor parte de la población sería mucho más lógico que incluir la accesibilidad como excepción: todos (o casi) podemos acceder a una rampa, pero no a una escalera, por ejemplo; todos (o casi) podemos utilizar un ascensor con las medidas adecuadas para una silla y acompañante; pero no todos entraremos en un ascensor con una puerta de 0,50 m, ni siquiera, quizás un carrito de gemelos: que la accesibilidad no sólo es cosa de tullidos.

Deja un comentario