Sin gravedad

A veces Daniel y yo viajamos al espacio exterior. El otro día queríamos ir a echar un vistazo a Gliese 12b, el planeta recién descubierto a 40 años luz de nosotros, que orbita en una zona habitable respecto a su estrella Gliese 12, del que la NASA dice que es el mundo más cercano a la Tierra, entre los descubiertos hasta la fecha, que está en tránsito, es templado (tiene una temperatura media de 42º) y de un tamaño similar a nuestro planeta.

Imagen generada en colaboración con Firefly Adobe

         Pensamos que lo mejor sería ir por etapas, y nos preparamos para llegar primero a Marte, y luego ya se vería (sobre todo porque en los juegos todo puede solucionarse sobre la marcha). Como se trataba de un viaje largo, teníamos que asegurarnos que nuestras equipaciones astronáuticas estuvieran en perfecto estado. A vuela palabra del guión, se me ocurrió comentarle a Daniel que teníamos que pensar cómo íbamos a hacer con su silla de ruedas. Me miró con cara de ¡ostras! Entonces, claro, nos vi, por un momento, sin gravedad, y me autocontesté explicándole a mi sobrino que la silla no era ningún problema, porque habría ratos en los que no la necesitaría, que podría FLOTAR.  Flotar como en el agua, le dije, ya sabes. Daniel abrió los ojos absolutamente, como si hubiera descubierto la gran solución. Por eso reaccioné de inmediato, acortando sus perspectivas (ya lo siento): pero sólo podrá ser a ratos, porque no podemos estar sin gravedad mucho tiempo, habrá que generarla de alguna manera, y etc. ¿Te parece bien, vamos poniéndonos los trajes espaciales?

         Flotar, moverse libremente, ser incluso veloz. Nadie que no carezca de la posibilidad puede imaginar lo que significa para quien no puede hacerlo. Yo tampoco. Por mucho que Daniel nunca haya dispuesto de esa experiencia, sé que la conoce, que la intuye. Lo sé por muchos pequeños detalles sumados a lo largo del tiempo. Lo sé porque percibo su sentido del movimiento en su interior: a través de la música, del ritmo del baile, de sonidos, del traqueteo de la silla de ruedas durante los paseos, de los acentos de las voces …

         Ando remangada en el proyecto de contar cosas como ésta en un texto medio ensayístico de cierta envergadura (crucemos los dedos para que sea capaz de llevarlo a puerto). Y les doy muchas vueltas a esas cosas desde diapasones distintos. También el poético. Por eso, igualmente en el próximo libro de poemas aparecen, y muy en concreto en un poema que se llama “Silla de ruedas”, que ya he mencionado a través de una imagen, similar a estas otras que ahora comparto y que también conseguí generar en colaboración con Firefly Adobe. Un fragmento de ese poema, si me lo permitís:

Imagen generada en colaboración con Firefly Adobe

“Si cantamos, invoco el movimiento para ti,

que el Universo gire y se desplace, si te amo, que canten

las rutas estelares como vibraciones de violines, como cascos poderosos de caballos, como truenos eléctricos o dulces deslizamientos de mejillas, como el cris cras enamorado

de los órganos internos en el cuerpo

Como el mugido irreprimible de la Tierra en torno al Sol propagándose a 29 kilómetros por segundo”

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